viernes, 15 de diciembre de 2006

Inicio de las equis


-Inicio de las equis-

La equis se inicia con un pintor acicalado por una prostituta,
y un velero con las armas de Suecia,
y un graffiti detrás del agua
(¿del pintor quizá?, ¿de la prostituta?,
¿del capitán del velero?). Dice que obra del
polizón, un polizón que lee a Fedor
y sueña con pulpos geométricos;
un polizón que lee a Juan Ramón
y sueña con cintas para el pelo de cerdos vietnamitas;
un polizón que lee los Viajes de Gulliver
y sueña con mujeres y sus falos de grafito;
un polizón devorando bolachas por la mañana
mientras la prostituta sueña y le habla de Gotemburgo
en sueños, le ordena los pinceles, ancla en Shangai
de un plumazo, le desparrama las acuarelas
para pintar en el suelo un mascarón, que es su rostro.
Y sobre el tablero, derrotado,
apenas le queda al polizón la visión de este velero dieciochesco
y un sueño lúbrico de déspota ilustrado: desafiar al anonimato,
salir con un espray y una pistola a la calle
y trazar en la pared el nombre de la mujer amada
mientras llueve.

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