lunes, 2 de julio de 2007

-Matadero de flores-


-Matadero de flores-

Mírame los ojos,
no los ojos del maniquí,
deja esos ojos sin párpados
y mira los míos, aquí están,
debajo del corazón,
no, no debajo de la camisa,
no, no debajo del polo
de marca, no, no debajo
de la morena piel enferma
de tardes sin pájaros, de noches
sin árboles, de arañazos...
Mira mis ojos, están más
cerca que el Centro,
son más claros que la luz del escaparate,
más honestos que los carteles
de ofertas, más grandes que los edificios
que reflejan. Pueden hablarte si tú
les dejas, si les escuchas,
si sueltas ya esa condenada chaqueta
o esa estúpida camiseta sin palabras
verdaderas y atiendes a las palabras
que brotan de mis ojos, que no hablan
de rebajas, no hablan de secciones,
no te llamarán nunca "cliente",
ni "estimada", ni te darán las gracias
sin motivo, ni te despedirán, aduladores,
según el volumen de tu bolsa,
ni te sonreirán si no hay
causa alegre para la sonrisa.
Mira, que ahí está, en mis ojos
sólo hay lugar
para ti, para lo que eres, escondida,
de noche, no bajo las sábanas
de Holanda, no bajo
el techo de la casa,
sino bajo el viento, bajo la lluvia, sobre
las olas, desnuda, de la playa silenciosa,
ajena
al matadero de flores.

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