domingo, 26 de noviembre de 2006

-La mujer del alma-

Comienzo este blog con un escrito literario al hilo de las jornadas contra la violencia machista que hemos vivido estos días. Aviso al lector que el artículo tiene intencionalidad literaria y es, por tanto, libre y provocativo:

-La mujer del alma-


»¿Quién es esa mujer? ¿Tiene nombre? ¿Cómo la podemos reconocer? ¿En qué roles la podemos reconocer? ¿Es una mujer trabajadora? ¿Es una madre? ¿Es una hija? ¿Es una vecina? ¿Una parroquiana? ¿Prima de alguien? ¿La amiga? ¿O quizá la esposa de…?

»Pero..., ¿quién es ella misma?, ¿atiende al prójimo?, ¿sólo atiende al prójimo?, ¿ha descubierto algo?, ¿interpreta?, ¿espera en una cola?, ¿es generosa o egoísta?, ¿cuánto tiempo lleva esperando en el mismo sitio?

»Podemos definirla a través de sus atributos: servicio, obediencia, sometimiento, ofrenda de todos los minutos, de todos los segundos, de todas sus ilusiones, alegría, hermosura perenne, amor incansable. Da aliento al mundo esta mujer, absorbe la vanidad, el desaliento, la frivolidad. Pero… ¿se divierte esta mujer? ¿Tiene momentos de ocio? ¿Tiene momentos de alegría? ¿Tiene momentos? ¿Conoce su cuerpo? ¿Ha desarrollado su cuerpo? ¿Se toca su cuerpo? ¿Es una mujer o una niña? Una mujer parece, pero con mente de niña. O alguien le dice que tiene mente de niña y no la tiene. ¿Tiene una mente adulta? ¿Es una artista? ¿Una poeta quizá? ¿Qué música le gusta? ¿El pop?, ¿el art-rock?, ¿el folk?, ¿romántica italiana?, ¿no le gusta la música en absoluto o dice que no le gusta la música para pasar desapercibida? ¿Qué música se escucha con la cabeza metida bajo el agua? ¿Y qué arte se ve? ¿Derain? ¿Kandinsky? ¿Ha sido alguna vez galerista?, ¿historiadora del arte?, ¿amante de Picasso?, ¿sólo sirve para llevarle la sombrilla al maestro o es el maestro? ¿Una mujer invisible? ¿Una mujer sin respuestas? ¿Una mujer sin sombra? ¿Una carta arrojada al océano?

»Un cajón de sastre, un costurero. ¡La perfecta modista!: metro, hilo de bordar, fieltro, agujas, patrones, tijeras, dedales, bobinas, botones, lanas, plantilla de punto de cruz, un disco para pompones, medallas de la Virgen, otra mujer. Sagrada. Espejos y colores. Fuera del cajón la habitación. Alrededor de la habitación la casa, el piso de protección oficial. Fuera del piso, la calle. Más allá de la calle, el mundo, que gira, ignorante. Esta mujer, ¿quiere salir al mundo? Al menos mira el mundo desde su casa. Trabaja. El bar de la esquina… Estuvo prohibido muchos años. Hoy se lo prohíbe a sí misma. Otras mujeres (invisibles) le dicen que desde el bar se ve el mismo mundo y otras cosas: cultura, dicen, el ocio, la diversión, el amor, el sexo… dicen, dicen, dicen. Un amor a medianoche. Y luego se lo repiten en francés: Un amour à minuit. No las entiende. ¿No ha estudiado francés porque no ha podido o no quiso?, ¿se le dan mal las lenguas? Sí. ¿Se le dan mal las lenguas y aún así pretende ganarse la vida escribiendo? Sí. ¿Cómo todos? No todos: hay quien sabe francés. Pero no esta mujer en su cajón de sastre:

»Hay quien quiere impulsarla fuera de él. ¿Su marido, su padre, el ayuntamiento, el gobierno? Él en cualquier caso. Una vecina más, una ciudadana. Esta mujer es una ciudadana. ¡Gran avance! Voto y derechos garantizados. Esta mujer puede formar parte de los centros ciudadanos. Puede acudir a retirar un padrón. Puede abrir ya una cuenta bancaria. Puede hacerse millonaria, aunque no debe dar qué hablar, ¿y se recluye? ¿Ha convertido su vida en un nicho? ¿Folla? Es palabra fea para esta mujer. Se tapa los oídos. Canturrea. Es una tarantela de niña: tralara-lara, tralara-lara. ¿Parece una jornada de campo inocente? Lo parece. No, no folla; tampoco hace el amor. Amor sí siente, pero sólo en novelas que le da vergüenza reconocer... , ¿qué? Que le da vergüenza reconocer no recuerda a su autor. O autora... Pero seguro que esta mujer sólo lee autores. Lee a Austen. Pero seguro que sólo lee autores.

»¿Qué edad tiene esta mujer? ¿Ha pasado la cuarentena o aún es dieciochoañera?, ¿treinta años mal llevados?, ¿pequeña y gorda?, ¿cursi y sentimental?, ¿llorona quizá? ¡Insoportable! ¿Cincuenta años? ¿Sesenta años e inexistente? ¿Setenta y mordida por un perro? ¿Ochenta y colgada de un teléfono -por el cuello-? ¿veinticuatro y sintiendo un profundo amor? ¿Sólo veinticinco con un bebé muerto en brazos? ¿Veinte y en una playa? ¿Diecisiete y en el sur? ¿Ocho y oyendo su corazón por vez primera? ¿Cincuenta y dos y esperando a un marido -hasta altas horas de la madrugada-? Es una mujer , digamos. ¿Y qué ha hecho de su vida? Nada ¿Y la conoce? No ¿Bares de moda, bares alternativos, pubs, clubes, discotecas de maricones, porros, resina, papel de liar, mecheros, ojos rojos...? No, no, no. Ni siquiera se conoce. No se experimenta. Pocas masturbaciones, ¿pues? ¡Es pecado! ¿Sí? Es pecado incluso decirlo. Escribirlo. Incluso pensarlo. ¿Le tiene miedo a su cuerpo? ¡Mucho! ¿Y es hermosa? ¡Mucho! ¿Y si enseñara su cuerpo por los parques, en la entrada de esos lugares, en un jardín noctámbulo, al lado de una fuente seca, sobre un banco del parque o en el asiento trasero de un coche? No. Pero si enseñara su cuerpo esa mujer: a un amante, a un novio antiguo, a un ligue de una noche, a un extranjero, a un padre de familia casado, a un empresario, a un director de escena, a un bombero, a un cinéfilo, al dueño de un garito? Estaría muerta. ¿Y si se dejara hacer sexo oral en un hotelucho de barrio? La matarían. ¿Y si se dejara masturbar después de una comunión en una furgoneta? ¡La matarían! ¿Y su fuera todos los viernes a tener sexo con su pareja habitual? La matarían. ¿Y si se dejara sodomizar? La matarían. ¿Y si se la chupara a un conocido? La matarían. ¿Y si se la chupara al novio de su hermana? La matarían. ¿Y si se frotara al teléfono? La matarían. ¿Y sí simplemente quisiera conocer hasta el último rincón de su cuerpo y no se dejara y ella diera sexo oral, masturbara, follara, sodomizara, chupara y se frotara? Ya estaría muerta.

»Se mataría.

»Una mujer. Que tiene ganas de conocerse. Que tiene ganas de experimentar. Van cerrando las puertas y ella a gritos: “abridlas, abridlas...” Su voz resuena. Eco contra los muros. Sigue cosiendo. El hombre está en el fútbol, en una carrera de coches... (también a ella le gustan los coches, ojito). Pero no todos están, ¿verdad? No, pero esos son los peores: los corderos que quieren atrapar su cuerpo: mandan poemas, recomiendan libros, la invitan a museos, llaman a deshoras, franquean cartas de amor o, dicen, admiran sus obras, pero no la quieren. Sólo quieren su cuerpo. Los corderos y sus balidos lastimeros son peores. ¿Por qué? ¿Es una mujer amargada? No, pero tiene miedo a los corderos. ¿Y sus balidos?, ¿los oyes? No son reales. ¿Y sus pezuñas blancas y su corazón tan blanco? ¡Mentira! ¿No hay salvación entonces para esta mujer? Sí, pero está dentro de ella misma ¡Qué tontería! ¿Es un tópico? Sí, es un tópico. Y una frase hecha, piensa por ti mismo. ¿Lo sabe esta mujer? No. Mejor. ¿Por qué? Porque sabríamos quiénes somos también. ¿Y quiénes somos? Corderos.

»No está contenta. No estoy contento. Yo tampoco. ¿Llora? Sí. Se siente sola. Yo también, ¿por qué no me contesta? No puede oírte. No quiere oírme. ¿Cómo se llama? No tiene nombre ¿Cuánto cuesta? No se compra a esta mujer. ¿No fue antes prostituta? No, que yo sepa. ¿No era ella prostituta? Sólo una pequeña parte, lo demás estaba libre. Ah. Un alivio. No sé. Cose muy mal. Nunca supo. ¿Cómo aprendió? No aprendió. ¿Por qué aprendió? Porque se tuvo a sí misma, repetida. ¿Y tuvo un marido? Tuvo un marido. ¿La quería? No, quería. ¿La dejaba ir al parque?, ¿la dejaba ir a una academia de costura?, ¿aprendió a hacer dobladillos?, ¿a coger el bajo a los pantalones?, ¿aprendió también el punto de cruz, aprendió acaso el encaje de bolillos?, ¿a bordar?, ¿a tricotar?, ¿a remendar calcetines y cerrar agujeros en las bolsas del trabajo? No. ¿No aprendió nada? No. Sólo era una academia para mujeres, barata. ¿Nada? Nada. ¿Qué aprendió? Se encontró con otra mujer. ¿Otra mujer? Se encontró con otra mirada.

»Entonces era su tiempo. Su tiempo: el de las dos mujeres. Hablaron de sus cosas ¿De qué? No pude saberlo. ¿Hablaban en voz baja? Sí. ¿Eran amigas, conocidas? No pude saberlo. ¿Se miraban a los ojos?, ¿a los labios?, ¿miraban al suelo?, ¿bebían alcohol mirando al suelo?, ¿escupían al suelo?, ¿maldecían?, ¿lloraban? Era su tiempo: primero era el tiempo de la mujer y luego el de la otra mujer, y luego fue el tiempo de las dos. ¿Y qué hacían?, ¿se querían?, ¿se respetaban?, ¿se amaban?, ¿cuchicheaban?, ¿mormojeaban?, ¿chillaban?, ¿reían?, ¿se rozaban?, ¿se besaban?, ¿se tocaban?; ¿por debajo de las bragas de puntilla?, ¿por debajo de la camisa de cuadros?, ¿por debajo del jersey con los cuellos de la camisa e cuadros por fuera?, ¿por debajo de los tirantes? Se sabían piedras preciosas, diferentes; disfrutaban de su tiempo; bailaban

»¿Tienen sentido del ritmo, de la musicalidad? ¿Podrán llegar a enamorarse de su cuerpo bailando? ¿Podrán relajarse con el tai-chi? ¿Son imaginativas?, ¿pueden escapar del rutinario día a día? ¿Se restauraban? ¿se creaban del barro? Pues a la vista está que sí. ¿Sí? Así que lo más aconsejable es que te calles de una vez y dejes de ser lo que ya eres. ¿Qué soy?

»No te preocupes. No te limites o te asustes. Aunque estas mujeres no consigan bailar bailes de salón, sí que consiguen espacio para sí mismas. Ellas mismas. Como cuando eras más joven: amigas, bares, copas, sexo, conversación... ¿Yo soy joven?, ¿ella es joven? En vuestro intelecto sí, en vuestra inteligencia, en vuestro corazón está el corazón ¿Yo soy inteligente?, ¿por qué?, ¿por qué pregunto? Porque te conoces a ti mismo, te amas y tienes alma.

-¿Y ella?

-Ella también.

-No lo veo.

-Lo sé.

-No lo veo.

-Lo sé.

(Acabó de caer la tarde. Se fue).

1 comentario:

Isa Díez dijo...

¡Parece que yo también estreno tu blog! Como siempre haces alarde de un estilo muy literario; ¡inconfundiblemente tuyo!
Me alegro de que comiences este espacio hablando de la plaga, cada vez mayor, de maltratos a la mujer. Es cierto, este fin de semana se ha celebrado el Día Internacional contra el maltrato de la mujer, una lacra, que por desgracia, nos viene marcando con fuerza. Te felicito por tu poema, tan cargado de energía y por la gran obra que has hecho desde tu pequeño rincón. ¡Sigue así!