Quisiera engancharte con un gancho de acero
a mí, pero no que te impidiera ver
las divertidas tonterías que aún nos quedan
por hacer.
Quisiera guardarte bajo la llave de mi propia vida.
Quisiera no tener miedo de tu propio miedo.
Quisiera apagar la llama con estas palabras,
pero sé que es imposible.
Mi amor no está en mis ojos,
no está en mi corazón,
no está en lo que te digo
o en lo que te escribo
(aunque tú celas que sí);
está en lo que no digo,
en lo que no ves,
en el poema que no leerás
escrito.
Al amanecer, bajo holandas de satén,
con un libro me reuniré contigo.
(Este poema se hizo libremente a partir de versos del bardo entre los bardos, William Shakespeare.)
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