Si tú supieras que eres tú,
¡si lo supieras!
No haría falta buscar en los poemas
cuál escribirte,
cuál dedicarte,
cuál trasplantar,
como una siempreviva
o una siempreamor
o siemprefiesta,
a la tierra invisible
y silenciosa de tu vida.
Si tú supieras que eres tú,
si tú te vieras como yo te veo,
si tú escucharas la voz
que yo no elevo
y en el silencio, de noche, susurraras:
"soy yo",
sólo eso,
dime, ¡qué alegría!
Porque todos los pronombres
serían tuyos y todas las voces
proclamarían tu nombre en
en esta tierra.
Y entonces, dime,
si tú no le dirías a la tarde,
no le gritarías a los finales,
no le chillarías lo mismo
a la angustia, que a los besos,
la verdad, el amor y lo oscuro:
"¡Sí, soy yo, soy yo...!
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