martes, 11 de diciembre de 2007

-Perorata del jilguero-


-Perorata del jilguero-


Quieren arrancarnos nuestras alas
y dejarnos sin vuelo.

No se conforman con ser ya
los que estancan el pan,
barren el suelo,
cosechan los granos secos.

¡No!

Además quieren que perdamos la facultad de vuelo,
la única que nos diferencia de ellos,
esos repugnantes seres humanos
tan dóciles, tan mansos,
tan apegados al suelo.

Ya nos encerraron, hermanos,
en sus jaulas (algunas doradas);
ya nos obligaron a entonar trinos,
cantos;
los domingos por la mañana concursaban
en el prado
por ver quién tenía el esclavo
más canoro
(había esclavos satisfechos,
por cierto);
otros se vieron forzados a aprender
su repugnante, átono
y desafinado
modo de comunicarse
('loros' los llamaban
y a cambio les pagaban pipas secas);
porque ya arrojaron nuestros cuerpos
al sumidero
cuando ni canto, ni color,
ni alegría les llevábamos
(estábamos muertos);
porque ya sufrimos demasiado la humillación
de procrear delante de sus ojos,
habrá que levantarse de los alambres, los árboles,
los columpios de plástico,
habrá que alzar los picos al cielo
para decirles que nunca
les dejaremos
arrancar nuestras alas,
cortar nuestras alas,
convertirnos en ellos.

Nuestras alas con las que
batimos al viento.

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