sábado, 2 de diciembre de 2006

Proclamadlo

-Proclamadlo-

Y me arrebato por las mañanas como
un aluvión de espuma,
y corro por las alamedas, por las avenidas,
por las arboledas, por las veredas
y las más dóciles callejas
donde los bolos borrachos
mean, y levanto la cabeza
y veo a los ángeles de Miseñor,
a sus huestes armadas,
sus mesnadas de luz,
sus blancas legiones,
abriéndome la puerta de los cielos.
Manifestados ante mí proclaman:
“tú que tienes el don de la torpeza,
el don de la marioneta
y la llave del inútil sello,
abre con ella
la luz a los hombres.”

De qué manera remota tomo entonces
el juego vivo entre mis manos,
y, volviéndome divino,
sobrehumano y portentoso,
me voy haciendo más humano.
He aquí todo el secreto de este oficio
oculto y callado:
proclamadlo.

No hay comentarios: